Al contrario de lo que todos pensamos, la experiencia de nuestra alumna María con el carnet de conducir se puede resumir en ese título. Y es que María ha aprobado tanto el teórico como el práctico a la segunda. No deben gustarle los números impares…
En su primer examen práctico podemos quedarnos con el resumen que hizo la examinadora: «María, lo has hecho todo bien… pero mirar por los espejos, nada de nada». Y no le faltaba razón, durante todo el examen no miró nada por los espejos retrovisores. Me extrañó mucho porque a las pocas prácticas ya había adquirido el hábito y lo hacía inconscientemente, pero se centró tanto en el resto de cosas que se olvidó totalmente de mirar por ellos. En este examen María ha estado muy pendiente de los espejos, sin parar de hacer RSM. Hasta el punto que la examinadora, que curiosamente era la misma de la vez anterior y se acordaba de ella, le ha dicho: «Hoy sí que has mirado por los espejos… ¡pero bien mirado!».
El resto del examen perfecto, como no podía ser de otra manera. Llevaba las prácticas recomendadas e iba muy preparada. Es más, en las prácticas trabajamos con un tic nervioso que hacía cada vez que se equivocaba (un sonidito con la boca), tanto o más que con conducir correctamente. No hay problema con tener tics pero, si los tienes cada vez que te equivocas conduciendo, para los de fuera transmite una imagen de inseguridad que no es buena.
Por comentar un aspecto positivo del examen: al finalizar la examinadora le ha solicitado una parada. María se ha dado cuenta que había línea amarilla contínua y ha avanzado hasta encontrar un hueco correcto. Justo ahí habían unos niños jugando a la pelota en la calzada. María se ha detenido y no ha iniciado la marcha hasta que no lo ha tenido claro.
Muy bien María felicidades y me siento orgullosa de ti…