Empezamos el segundo semestre del 2018 igual de bien que el primero. Dos nuevos aprobados con dos historias diferentes: Ricardo, que necesitaba aprobar sí o sí porque se iba a trabajar al extranjero… y por otro lado Jesús, que venía con cuatro suspensos en otra autoescuela. El objetivo era claro: aprobar sí o sí!
Como os comentaba, Jesús venía de otra autoescuela en Burjassot con cuatro suspensos a la espalda. Tras las primeras prácticas vimos que todo lo relativo al manejo del vehículo lo tenía muy claro y que sus puntos débiles radicaban en la observación de la circulación, prever los movimientos del resto de vehículo y su disciplina. Así que nada, nos pusimos manos a la obra y los resultados han llegado por sí solos: aprobado a la primera.
Durante el examen me he sentido muy orgullosa de ver que ese alumno que no se preocupaba por nada y parecía despistado en la conducción, había cambiado totalmente sus malos hábitos. El examen ha sido casi perfecto. Los momentos más críticos han sido con dos semáforos. El primero, al realizar un giro, nada más realizarlo había un paso de peatones y, aunque éstos no habían comenzado a moverse, lo bueno habría sido que si ves que el semáforo pasa de verde a amarillo intermitente, prever que en unos segundos el peatón lo tendrá en verde. Con lo que habría sido mejor detenerse, por si acaso. En la segunda ocasión fue con un semáforo ámbar fijo que, al estar casi encima de él, la frenada habría sido muy brusca e incluso nos habríamos quedado encima del paso de peatones. Jesús optó, de forma correcta, por continuar y, aunque un peatón le hizo un gesto con la mano en señal de protesta, el examinador le comentó que había hecho lo correcto y que él habría hecho lo mismo. Muy bien!
Ricardo aprobó el teórico a la primera y el práctico a la segunda. Además, como alumno ha sido encantador, siempre agradeciendo la paciencia que teníamos con él. Y realmente no hay nada que agradecer, los que nos dedicamos a esto es lo que tenemos que tener porque estáis aprendiendo.
En su primer examen, al igual que Jesús, se saltó cuatro semáforos amarillos fijos siendo consciente de que le daba tiempo a detenerse. Recordad que un amarillo fijo implica que hay que detenerse como si fuera un semáforo en rojo salvo que, por motivos de seguridad, no sea recomendable detenerse. Por ejemplo, si viene un coche muy rápido detrás y, en caso de detenernos, es probable que nos golpee, pues no nos detendríamos.
En el segundo examen, como he comentado, íbamos los dos con mucha presión porque Ricardo se va a trabajar a Alemania y, o aprobaba o perdíamos todo el trabajo hecho. Menos mal que esta vez el examen se desarrolló sin problemas y conseguimos el objetivo.
Esto muy orgullosa de vosotros dos!! Muchas felicidades a ambos.