Hoy os contamos el caso de Paloma, nuestra última aprobada del carnet de conducir. Aprobó el examen teórico a la segunda y el práctico a la primera.
Paloma es una alumna muy especial y hemos sufrido mucho con ella, y por ella, porque pasaban los días y no veíamos progreso. El motivo eran dos: nuestra vieja amiga «la falta de confianza en sí misma» y un segundo que pasa más a menudo de lo que pensamos: le faltaba la motivación para sacar el carnet. Para Paloma tener el carnet de conducir era más una «obligación» social que una motivación propia. Claro está, esto se nota mucho a la hora de enseñar al alumno y tenerlo receptivo a lo que le enseñas.
Llegado un punto, durante las prácticas, un día Paloma vino a la autoescuela y nos dijo que no quería dejarlo… pero que no quería hacer las prácticas de la semana porque estaba MUY agobiada. Elena y yo estuvimos hablando con ella para hacerle entender que un día que no practiques es un día que pierdes. Así pues, le quitamos la práctica de ese día pero le mantuvimos las del resto de la semana. Y justamente en los siguientes días empezamos a ver la evolución… y cada progreso era celebrado con un grito, un gesto y mucha alegría.
El cambio es sencillo de decir pero complicado de hacer: perder el miedo a equivocarse y no agobiarse con cada fallo. Recordarlo siempre: estamos aquí para aprender y se aprende tanto haciéndolo bien como equivocándoos. Y a más os equivoquéis, más aprenderéis a conducir porque vosotros mismos os daréis cuenta del error, entenderéis el por qué y lo asimilaréis. Y al final, a base de prácticas, lo superaréis.
Así pues, estamos muy contentas con su trabajo y su esfuerzo. Y, por qué no decirlo, también estamos contentas con nuestro trabajo porque escuchar de una alumna que no estaba motivada: «no sólo me has enseñado, además has logrado que me guste conducir y estoy loca por dar vueltas y más vueltas» o «voy a hacer una lista de los sitios a los que quiero ir conduciendo», acaba llenándote de orgullo y satisfacción por el trabajo que has hecho. Olé! Esa es la actitud y ese es el camino.
El examen fue casi perfecto. Me gustó mucho como actuó en el examen, pensando cada dificultad sobrevenida. El momento que más nerviosa estuve, para variar, tenía de invitado un peatón en medio de la calzada. El caballero estuvo en la calzada arreglando una cosa del coche y, como no teníamos suficiente espacio para pasar, tuvimos que esperarnos a que se quitara. El hombre, muy parsimonioso él, estuvo medio minuto haciendo sus cosas, se giró, nos miró… no hizo ni ademán de quitarse y siguió en su tarea. A mí estas situaciones me ponen muy nerviosa porque, cuando estáis tiempo esperando, os ponéis nerviosos y salís en el peor momento. Por suerte Paloma supo esperar el momento perfecto para salir. Muy bien!
Poco más que añadir. Estamos muy orgullosas de ti y creo que en este examen estábamos más nerviosas nosotras que tú. Ahora a disfrutar de la conducción.
¡Muchas felicidades!